Fotografía de Man Ray

Fotografía de Man Ray
Espejos. Patios. Umbrales. Silencios. Ritos. Esquinas. Exilios. Naufragios. Horas. Otoños. Ventanas. Sombras. Enigmas. Pretéritos. Hay palabras que me enuncian. A veces las pronuncio en versos. En susurros o a los gritos. Para que no se mueran en mi boca. (Fotografía de Man Ray)

sábado, 26 de octubre de 2013

LOS RITOS DEL OTOÑO

Fotografía de Antonio Gil

CARTA XIII

Habrá algún lugar en mis adentros
en donde no me duelas.

Busco encontrar indemnes en mis mapas
una ochava, una esquina, el borde intacto
del vértice que une en la penumbra
las caras de mis íntimos poliedros.

(Sigo teniendo un alma forastera.)

Que no, que no hay cobijo en que no estés
agitando el pañuelo al despedirte
de lo que fuiste antes de ser quien somos.

Hubo un tiempo en que éramos risueños.
No siempre. Algunas veces.
A ratos nos reíamos
de las pequeñas cosas de la vida,
y también de las grandes.
Lo nuestro siempre ha sido
el reparto frugal del cotidiano.

(Lúcidos siempre fuimos, aunque pese
el contumaz delito del poema.)

Supongo - si algo debo suponer -
que nos volvimos tristes por opción.
Tristes como tus trenes, tus andenes,
tus raíles de pena y desconsuelo
que discurren la insana geografía
de mis yermos de olvido.

Espero que regreses a mis cauces,
lúgubre o jubiloso,
despidiendo centellas, como siempre,
por alumbrar la magnitud del caos.

(Como Whitman contienes multitudes.)

Mientras aguardo, a veces me pregunto
si habrá dentro de mí un cielo raso
donde el tiempo diseñe un arco iris
con frecuencias de luz y gotas de agua
en la pupila azul de la memoria.

(Habrá dentro de mí algún desierto
en donde lluevas.)


CARTA XII

Te desescribo cartas que he escrito
cuando usaba sandalias de buscarte,
cuando tu voz lucía pan y libro
y todas tus palabras eran viajes.

Después me fui quedando sin bolsillos
donde guardar los lunes. Los instantes
se volvieron astillas de los vidrios
que mis duendes pisaban por las calles

mientras buscaba el signo de los patios,
las farolas, la luna arrabalera,
tu voz en el envés de los silencios.

Desenhebro las cuentas del rosario
porque te fuiste y me quedé sin huellas,
sin hado, sin ritual, sin evangelio.  


CARTA XI

Hoy vuelvo de otro viaje al calendario.

Peregriné baúles
sólo por trapear reminiscencias,
airear culpas y sacar el lustro
a una docena de remordimientos.

Es parte de los ritos del otoño:
pintar en sepia la ceremonial
reorganización de los naufragios.

En el arcón que alberga las discordias
entre mis hemisferios cerebrales
tu nombre acomodado en la oquedad
yacía entre extravíos y recuerdos.

(Unos y otras transitan los raíles del pánico.)

Te recordé com lástima por ambos.
Pena de ti, de mí, que no podemos
darnos la mano cuando es necesario,
ni el soplo de la voz ni el arrimo del hombro,
o prestarnos el pecho por sufrir la estocada.

Tan solo hay la noción vagamente entendida
de que en algún lugar el otro existe.

("Talvez aún exista"
sería la noción más razonable.)

De todos modos vengo a tus andenes
y celebro contigo mis rituales de otoño,
y cuento de baúles clausurados
en el desván de las perplejidades.

Vengo a decir que sigo en nuestro patio
en donde siempre es lunes y es diciembre
y llueve cada vez que me recuerdas.