EL DUENDE
El umbral fue testigo
de su partida mansa y sin quejumbres.
Se fue porque, agotadas las quimeras,
ya no sobraba mano
que socorriese el verbo escurridizo.
Persistió la leyenda de su nombre.
Y se quedó su duende,
colgado del dintel de las palabras
esperando la espalda de un poeta
íntimo de arrabales y horizontes
para montarse
en el lomo de versos no nacidos.
FLECHA
¿Dónde estará el azul de las glicinas
que descansaba en los racimos mansos
cuando la sombra de tus ojos negros
ensombrecía el césped
y revoloteaba en el crepúsculo?
¿Dónde el umbral de todos los espejos
que esperaban de ti un paso en frente
aquél que resbalase en la tersura
de cada piedra exangüe
que el silencio plantaba en tu trayecto?
En essa guerra que en tu pecho habita
¿dónde clavó la flecha el enemigo?
ORILLAS
Pasas sobre las piedras, resbalando,
pasan tus aguas mas no huye el río,
por eso, enamorada, me atavío
para escucharte en mis juncales cuando
tu peregrina voz viaja, cantando.
Orilla de tu son, rociada, inerte,
vuelvo más hondo el cauce de quererte,
finjo que aún estás, que todavía
inundas con salvaje melodía
mi margen que no pudo retenerte.
TROPISMOS
Tanto crepúsculo entristece el alma.
Ocaso en que te busco y no respondes.
El destello se apaga si te nombro.
La noche avanza, lenta, sobre el mundo.
Último sol, oblicuo, en el espejo,
vestigios de tu sombra en las paredes,
huellas de tus pisadas en la alfombra,
la estela de tu nombre en mis ternuras.
No ser sino el instante en que me amabas.
Memorias sin la tregua del desuso.
Un asombro que hilvana las verdades,
y este quererte aún no rescatado.
Credo que tu recuerdo en mí destruye
y ni siquiera sé si resucita.
Condena de mirar propias manos:
ésas, que no lograron retenerte.
Una puede enfermarse de tristeza.
Una puede morirse de crepúsculo.
DESGRACIAS DULCES
Por las noches visitas mis pudores,
atrapando el revés del pensamiento.
El alba nos sorprende y te disipas
colgado de una noche sin espejos.
Despierta, busco el sitio en que me dueles
y encuentro ese cuchillo aquí en mi pecho.
Arrastro por el páramo de horas
el rostro cotidiano que baldeo
con el agua salada de mis ojos
hacia la oscuridad en que te encuentro,
donde se esconden las desgracias dulces
y se anidan harapos de consuelo.
SAVIA
De tu voz a mis venas,
transitando proclamas,
la savia se desliza.
Como un antiguo e íntimo secreto
sostiene y alimenta
mi cuerpo y mis raíces
hundidas en la tierra de quererte.
Savia que nutre
los brazos de mi ofrenda:
follaje, fruto, flor, nido de ave.
Entre el cielo y la tierra
engalanadas ramas
inauguran abrazos.
Sangrada de tus versos
la savia de mis venas.
ÁNGEL
Eres un ángel que arrastró sus alas.
Eres un ángel que inventó un vuelo.
Y desde la inocencia hasta la calle,
desde la jaula al vil desaguadero,
como una alondra procuraste el árbol
y con ala de halcón rasgaste el cielo.
Te despeñaste, herido, por las rampas.
Lograste cada vez volar de nuevo.
Sin saber por qué clase de pecados
era supuesto haber remordimientos,
te desangraste en naipes y batallas
y renaciste urdido en barro y sueño.
Tu voz se escucha en todas las esquinas,
buscas un sol que esté pegado al suelo,
una nube que pises cuando amas,
una justicia que rescate el tiempo.
Eres un ángel que se mira y ve
en el cristal su fúlgido reflejo,
desde adentro de un hombre que rasgó
de abajo a arriba –y en canal- su pecho
y que estiró los bordes de la herida
porque pudieses verte en el espejo.
Y ves un ángel que arrastró sus alas.
Y ves un ángel que inventó un vuelo.
EL MINOTAURO
- ¿Lo creerás, Ariadna? - dijo Teseo. - El minotauro apenas se defendió.
(La casa de Astérion, Jorge Luis Borges)Encadenado al yugo de tu mito,
no hay arena que escarbes con tus cascos
no hay la espada, ni el trapo, ni el estoque,
nadie te aplaude o clama por tu muerte.
Pulsan tu sangre y tu bravura estéril:
no hay faena ni gloria para el toro.
Sudor de bestia, sal de sangre y lágrimas
se mezclan en tu pecho y se deslizan
hacia tus ingles, mástil tenso, erecto,
tu humanidad, tu semen, tu destino.
En los oscuros cauces de las venas
no hay pasión ni ternura para el hombre.
Mas la voz de mis poros te reclama,
tu hocico husmea el aire y reconoce
el olor y el llamado de mis jugos.
Pasillos de misterios agridulces
donde se enredan sueños y lujuria
te invitan a embestir y a recorrerme.
Ven, ¡toro!
Mi nombre es Laberinto.
QUE TE AMO NO TE DIGO
Comparto viejas historias,
cuento al revés mis memorias
y los sueños que persigo;
no escondo mis vanidades
relato hondas verdades.
(Que te amo no te digo).
Quemo tu boca con besos
lamo carne, muerdo huesos,
me bebo agua en tu ombligo;
soy niña y bruja en tu cama,
por ti revuelco en la lama.
(Que te amo no te digo)
En el rastro de tus huellas
pinto un camino de estrellas
me subo al cielo contigo.
Y al infierno de quererte
me tiro y me juego en suerte.
(Que te amo no te digo)
TIEMPO DE CAZA
Déjame que te quiera
porque es tiempo de caza,
la diana de mi pecho
atravesada en el camino de tu canto
prepara ya la herida que teñirá de sangre
el alba de tus versos.
Déjame que te hable en esta aurora
en cuanto son posibles
el silencio y el grito,
pues no sabemos si será la última
y no sabemos cuándo
la cuerda tensa
del arco de la vida
disparará el dardo
enderezado a mi garganta.
ABRIL
Vendrás. Porque es Abril y porque es jueves.
Mi sol cautivo estrenará amnistías;
trazará en mi cuerpo celosías
tu tempranera luz con toques leves.
Por suavizar del tiempo los relieves
de contrabando traerás los días
que la espera colmó de alegorías
y de tu mano irán donde los lleves.
Con el ágil pincel de tu mirada,
diseñarás el valle y las colinas
y el río pintarás en tono añil.
Habrá una primavera en la enramada,
será jueves en todas mis esquinas
y dentro de tu abrazo seré Abril.
CALLES DE ALFAMA
Son calles de adoquines, son moriscas,
con farolas de ojos amarillos,
y geranios modestos asomados
a los balcones.
Son calles donde un día tus zapatos
sonaron en las piedras de la acera
y tu mirada ensombreció los muros
con su misterio.
Son calles que mis suelas peregrinan
mientras tu voz vuelve a rasgar mi pecho
cuando un fado que huyó de una guitarra
llora en Alfama.
POEMA DE AMOR
Hace algún tiempo, no recuerdo cuándo,
en el poniente se ahondaba el día;
no es que la tarde fuera declinando
sino que en nuestro amor atardecía.
No es que hubiese un crepúsculo jugando
a deshoras con nuestra fantasía,
sino que el sol de amar era muy blando
y nuestro amor ya no resplandecía.
Habrán sido los años, la costumbre,
la rutina apagando las centellas,
volviendo la pasión en certidumbre.
Nos cogimos la mano, sin reproche,
a la sombra amoldamos nuestras huellas
y, juntos, ingresamos en la noche.
A VECES LA DISTANCIA
A veces la distancia se mide en consecuencias:
instantes que se rompen, el tiempo hecho retazos,
centímetros de piel sin dobles coincidencias,
cuchillos de la ausencia tendidos como brazos.
A veces la distancia se viste de ocasiones:
asoma la esperanza con soslayar esquivo,
que se busca atrapar inventando intenciones
en el tiempo pretérito del modo subjuntivo.
A veces la nostalgia se extiende sin medidas
mientras los ojos ciegan, rechazan el espanto,
y en el alma se rasgan y ulceran las heridas.
Entonces engendramos con símbolos dispersos
poemas ahogados en ciénagas de llanto
y a veces la distancia también se mide en versos.
PARA SENTIRTE CERCA ATRAPO ESTRELLAS
Para sentirte cerca atrapo estrellas,
ordeno su fulgor y alineamiento,
les formo en bisectriz, trazo con ellas
la Cruz del Sur al norte de tu aliento.
Por acercarme a ti diseño huellas
en la arena sin playa que me invento,
me alumbro con fulgores que destellas,
oigo tu cántico en la voz del viento.
Es menester que el sol nazca en mi ojal
conforme al huso horario de tu aurora,
no sean nuestras noches desparejas,
porque un duende colgado del brocal
me avisa cuando estás aquí y ahora
y me despierta siempre que te alejas.
LETRAS DESNUDAS
Lamiendo líneas, masticando letras,
buscando desnudarte entre parágrafos,
con avidez despojo de señales
tu cuerpo en esa página acostado.
Leo tus ojos en renglones, signos,
y en cerrados paréntesis tus manos.
Ilusionada acecho entre las comas
la fuerza y la ternura de tus brazos.
Te busco entre vocablos, impaciente,
tragando ideas, desbordando espacios,
Quiero hallarte tangible entre los verbos,
y te encuentro en ausencias redactado.
Palabra tras palabra, frase a frase,
voy por tu piel escrita, palmo a palmo,
lamiendo líneas, masticando letras
y bebiendo la savia de tus labios.
EL NOGAL
Estará siempre ahí. Nogal de vida,
con la savia sangrienta de sus venas.
Será otoño y caerán sus hojas,
se esparcirán sus frutos por la tierra;
en el invierno sostendrá el cielo
con sus brazos desnudos como almenas;
su tronco que los años han grietado
en júbilo asirá la primavera
y se embellecerán sus ramas fuertes
para albergar alondras y arañeras;
en el verano acostará su sombra,
ofreciendo su flor a las abejas,
y engalanando el patio de mi casa
con el verde insensato de su fiesta.
Sereno y fiel como un viejo pecado
estará siempre ahí. Cuando la pena
llegue como acostumbra, de puntillas,
y se asome al umbral de mis condenas,
siempre podré abrazarlo y, sigilosa,
decir tu nombre, así como quien reza,
como quien se confiesa y se arrepiente,
con mis labios pegados a sus grietas.