Promesas:
I Te lo prometo: la madera tendrá el olor antiguo de las cosas que un día no fueron nuestras.
II Te lo prometo: el libro se quedará abierto sobre la mesilla, como si en cualquier momento tu mirada fuera a posarse en la página.
III Te lo prometo: yo estaré puntualmente en el andén, esperándote, como a aquel milagro que no va a llegar a la hora prevista.
IV Te lo prometo: te esperaré entre las rosas, a pesar de sus espinas, a pesar de tus espinas.
V Te lo prometo: desafiaré a los hados del silencio para escuchar las palabras que no dices.
Minicuento:
Cuando abrí el buzón y no encontré tu carta entendí el mensaje.
La emoción habita vasos comunicantes: Ella supo que su ausencia ya no le provocaba el mismo dolor. Sin embargo, esa idea no le trajo ningún consuelo pues constató que su presencia tampoco le causaba cualquier alegría.
Dejadez: Pasarás por mi vida sin saber cuánto podría haberte querido. Y lo peor: tampoco yo lo sabré.
Sobre la incongruencia de ciertas perspectivas: Ella esperaba que la primavera viniese y pasase sin arrugar demasiado el lienzo de sus carencias, tirado con desidia sobre el lecho donde se acostaba sola.
El engañoso sendero de la ingenuidad: Colgada de su brazo ella transitaba sus deslumbradas certidumbres rumbo al brocal del pozo, creyéndose a camino de casa.
De la no siempre pacífica convivencia entre el Ego y el Id: Ella siempre había convivido serenamente con su otro Yo porque ambas tenían plena consciencia de que cada una era lo que la otra había querido ser y no fue. Hasta el día en que su otro Yo se enamoró perdidamente y cuando el romance terminó le echó a Ella todas las culpas.
Carta: Haz de cuenta que llego y te saludo con una grácil venia, requiebro de la pluma. Antes que nada cumple decir que echo de menos los viejos tiempos idos cuando nos encontrábamos por contabilizar los despojos del día, hablar de aquellas cosas, tan nuestras desde siempre, que a veces ni siquiera había que nombrarlas. Acá están todos bien. Mis aguas en sus cauces. El mundo en inquietudes. A mí nada me importa. Sigo leyendo todo. Escribo algunas veces, cuando la voz se escapa por mis dedos. Sin más noticias beso la idea de tu boca. Y que lo sepas aunque sé que no sabes nada: hoy me duele tu muerte de una manera infame.
De mí para conmigo:
ansia de campo y casa vieja blanca
un monte alentejano un alcornoque
que me abrigue del sol de mediodía
desamparada al viento de la tarde
sin ningún pensamiento sobre el techo
ninguna conmoción ningún presagio
sólo yo sola en medio de la vida
de esta nada repleta de mis cosas
Microrrelato:
Por entre el ajetreo del tráfico, atravesó la bulliciosa calle del barrio comercial y al alcanzar la otra acera no había allí escaparates sino un campo de girasoles. La ambulancia había llegado demasiado tarde.
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